Calvario
Adoro dos cruces
que son una
y me arrastro a sus pies,
sin saber qué espero.
Ella lo sabe.
Dos ídolos,
uno es ella,
el otro yo, sin ella,
mis manos.
He aquí el origen.
Donde acaba empiezo
y desfallezco en mi locura:
yo, ella, yo, ella, yo, ella, yo, ella, yo, ella,
yo, ella, yo, ella...
Quizás esté enfermo.
Dos cruces.
Dos ídolos.
Dos muertos.
Maldigo el día en que la conocí.
Elías Bellido. |
El sacrificio de
la mujer.
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