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Evidentemente para ser pintor lo único que hace falta es pintar. Nuestros primeros antepasados plasmaron maravillosas pinturas en las paredes de sus cuevas y a buen seguro que jamás leyeron nada sobre otros artistas, tendencias o técnicas. Sin embargo, como apasionado de los libros creo que la lectura de buenos textos puede ayudar al artista a aprender de los maestros, a entender la historia del arte y a situarse dentro de la corriente a la que de alguna manera pertenece.

No siempre podemos visitar los grandes museos. Las ciudades que acaparan las mejores colecciones y exposiciones son pocas. Por ello, los libros pueden ser un material complementario de estas visitas, como lo puedan ser las charlas con otros artistas. 

La mayoría de textos han sido publicados en España, aunque no todos, de ahí que en la referencia he incluido el ISBN cuando lo he sabido, creo que esto servirá de ayuda, especialmente a aquellos amigos que nos visitan desde fuera de nuestro país para identificar el libro. 

Ésta página es subjetiva ya que al fin y al cabo es mi selección y mi opinión. He tratado en lo posible de incluir no sólo clásicos sino también libros de lectura e incluso de divertimento que nos ayudarán a aprender mientras pasamos un buen rato.

Como siempre, espero vuestra opinión y sugerencias.


 

PUBLICACIONES RECOMENDADAS

 

ref. Pub-01_25/03/06

ISBN: 968-16-7530-4

 

El Sueño Prerrafaelista
William Gaunt
Fondo de Cultura Económica,
2005

Decía Salvador Dalí que él aspiraba a «pintar como prerrafaelista», yo también.

Recuerdo mi primer encontronazo con este grupo. Fue en la biblioteca de arquitectura de Sevilla, cuando hurgando en la estantería de arte di con un libro que me cautivó nada más abrir sus páginas. En aquella época me gustaba especialmente la pintura de Gustav Klimt, esas mujeres fatales rodeadas de fondos exquisitamente adornados, y las láminas de aquel libro, que ahora diez años más tarde tengo entre mis manos [1], me recordaron entonces al pintor vienés. Allí estaban aquellos cuadros de un pintor que decía llamarse Dante: bellas mujeres de cabello largo y labios encarnados que expresaban tristeza y parecían todas una.  Allí por primera vez vi la «Ofelia»  de Millais y los mundos fantásticos de Burne-Jones.

Los prerrafaelistas o prerrafaelitas, fueron un grupo de artistas que desarrollaron sus obras en la Inglaterra victoriana de la segunda mitad del siglo XIX y cuyo lema consistía en volver a la pintura anterior a Rafael (Sanzio), más allá del Renacimiento que a algunos les llegaba incluso a disgustar. Los miembros más destacados de la Hermandad Prerrafaelista fueron John Everet Milllais (1829-1896), Holmant Hunt (1827-1910), Dante Gabriel Rossetti (1828-1892), William Morris (1834-1896) y Edward Burne-Jones (1833-1998). Junto a estos destacaron figuras asociadas al movimiento como Ford Madox Brown (1821-1893) y John Ruskin (1819-1900). Madox Brown fue profesor de Rossetti, tuvo contactos con los nazarenos alemanes y en cierta manera, si  no oficialmente, al menos por su amistad y conexiones con algunos miembros del grupo puede considerarse otro prerrafaelista. John Ruskin (1819-1900), intelectual de gran talla y pintor ocasional, además de compartir a su esposa con Millais, influyó en toda esta generación de artistas con sus escritos, especialmente con su «Pintores Modernos».

El tema común de la Hermandad Prerrafaelista, como ellos mismos se llamaron, es muy discutido y este es uno de los ejes fundamentales del libro de Gaunt. Sin duda, uno de los temas recurrentes, quizás el más importante, fue la imitación de la naturaleza, ahora bien, la interpretación que los prerrafaelistas hicieron de esta «fidelidad a la naturaleza» fue muy subjetiva, y muy alejada de la que, por ejemplo, estaban haciendo en esa misma época los impresionistas franceses. Los prerrafaelistas eran exactos y precisos en extremo, minuciosos. Como ejemplo sirva la vegetación del fondo de la «Ofelia» de Millais.

Paralelo a la imitación de la naturaleza estuvo el tema de la veracidad. Nada es inventado, el artista se sienta delante de la naturaleza y la capta en su lienzo. Fue Holman Hunt el que llevó esta idea al extremo, y Gaunt nos relata de una manera que roza lo grotesco, la obstinación del artista en este sentido. Hunt, en aras de la veracidad, pasó varias noches al descubierto pasando un frío horrible para captar la luz de la luna para el fondo que cobija a Cristo en su «La luz del mundo». En otra ocasión se trasladó hasta las costas del Mar Muerto donde pasó varios días pintando bajo las condiciones climáticas más rigurosas, para situar al animal protagonista de «El chivo expiatorio»  en el desierto donde él supuso que se habría desarrollado la escena bíblica del Levítico en la que se basa el cuadro.

Sin embargo, al igual que ha ocurrido con otros grupos artísticos a lo largo de la historia del arte, el prerrafaelismo se supeditó al carácter individual de cada uno de los miembros del grupo que fueron imponiendo nuevos contenidos a su obra. La Edad Media estuvo presente en la obra de Rossetti y sus «alumnos» Morris y Burne-Jones. Rossetti, poeta y pintor de ascendencia italiana, adorador de Dante y, sin duda, el personaje más excéntrico y llamativo del grupo -adicto al cloral y capaz de desenterrar el cadáver de su mujer para hacerse con los poemas que le había dedicado en vida y que había depositado en su tumba en un acto romántico-, se embarcó en pinturas en las que se mezclaba la Edad Media con escenas de la «Divina Comedia» y con mujeres fatales que trascendían claros simbolismos. Morris se embarcó en una lucha contra de la revolución industrial, y para ello echó mano del socialismo utópico inglés con la paradoja de que sus libros miniados, sus muebles con motivos medievales y sus tapices de hojas eran un lujo que no estaba al alcance de los trabajadores. Burne-Jones se inspiró en su amplió conocimiento literario e indagó en escenas mitológicas de caballeros con armadura, doncellas de tez pálida y magos. La literatura y la poesía inglesa -Keats, Chaucer, Tennyson, Malory- estuvo especialmente intrincada con el mundo prerrafaelista sirviendo no sólo como inspiración a un gran número de cuadros. Rosseti y Morris fueron escritores de cierto éxito en su época.

Holman Hunt, el pintor de las ovejas y de las cabras que se salen del lienzo, el más obsesivo de la confraternidad, fue más allá de la Edad Media trasladando a sus cuadros escenas bíblicas. De hecho, la religión fue también uno de los motivos principales del prerrafaelismo.

Por último, Millais, el gran genio, el niño mimado de la Academia, el pintor al que no le importó mezclarse con la nobleza rural y dedicarse entre obra y obra reconocida, al deporte, a la caza de la zorra y a la pesca del salmón. Millais, que pronto abandonó el espíritu prerrafaelista de su «Ofelia», la medievalidad de su «Isabel» o el simbolismo religioso de su «Cristo en casa de sus padres», para hacerse el pintor de inocentes niños que demandaba la sociedad. Su «Burbujas» se hizo famoso en el mundo entero de la mano de la publicidad de una empresa de jabón.

En los últimos años los Prerrafaelistas han sido objeto de especial atención dentro del panorama artístico de nuestro país. Recordamos la exposición «Prerrafaelitas: la visión de la naturaleza» organizada en 2004 en Madrid por la Fundación La Caixa que atrajo a un gran número de visitantes. El libro de Gaunt viene a coincidir, no sé si de manera premeditada, con este interés creciente por este grupo de artistas y sus intrincadas biografías. El autor, William Gaunt (1900-1980), fue artista, crítico de arte y uno de los más reconocidos historiadores del mundo anglosajón, en la misma editorial, tiene publicado «El Olimpo Victoriano», otra interesante obra sobre el movimiento artístico inglés que guió su inspiración en la antigua Roma y Grecia y cuya reseña esperamos recoger aquí en un futuro.

Y ahora embriaguémonos en un sueño... en un sueño prerrafaelista.

 

 

Otra bibliografía sobre los prerrafalistas:

[1] Timothy Hilton. «Los Prerrafaelitas». Ediciones Destino,1993.

[2] Gabriele Crepaldi. «Artbook. Prerrafaelistas». Electa bolsillo,1999.

[1] Allen Staley y Christopher Newal. «Prerrafaelitas. La visión de la naturaleza» Catálogo de la exposición del mismo nombre. Fundación La Caixa, 2004.

 

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ref. Pub-01_12/12/05

ISBN: 84-85800-61-3

 

Historia de la Pintura Moderna
Herbert Read
Ediciones del Serbal, 1988

 

 

 

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ref. Pub-03_18/12/05

ISBN: 84-9756-251-8

 

Biografía a paso de carga
Jean Dubuffet
Editorial Síntesis, 1988

 

 

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ref. Pub-01_12/01/06

ISBN: 84-7774-620-6

 

Retrato de Giacometti
James Lord
Editorial Antonio Machado Libros, 2002

Curioso título el de este libro, «A Giacometti portrait». ¿Se trata de un libro sobre un retrato de Giacometti o por el contrario se trata de hacer en el un retrato del genial artista? De lo que no cabe duda, es de que este libro servirá para acercarnos a la complicada digestión del proceso creativo, tomando como ejemplo un retrato de Alberto Giacometti.  Dieciocho dramáticas sesiones empleó el artista, quizás más conocido por sus estilizadas esculturas que por sus pinturas, para realizar el retrato «¿inacabado?» de su amigo y también autor del libro, James Lord.

La lectura de este texto, escrito a partir de las notas tomadas casi a escondidas durante las jornadas del posado del autor, revela al pintor y escultor suizo obsesionado por representar en el lienzo su particular visión de la realidad, por lograr ese «parecido» que cree inalcanzable. Cada jornada el retrato alcanza su culmen para posteriormente, en minutos, volver a diluirse, como si el cuadro fuera especie de Ave Fénix que renace de sus cenizas. La creación es una batalla, se ha escrito mucho sobre el momento en que el artista se enfrenta al lienzo o al folio en blanco, sin embargo hay otra etapa posterior, otro bache si cabe más empinado durante el proceso de definición, de adolescencia, de la obra, en que todo parece desmoronarse. Aquel que haya pintado, escrito o esculpido comprenderá mejor a qué nos referimos. Pues bien, en torno a este conflicto gira constantemente la pintura de Giacometti.   

Al igual que ocurre con la estructura de la novela, en el texto de James Lord avanzan a la par una trama argumental que narra la compleja evolución del cuadro y una subtrama emocional centrada principalmente en el conflicto del artista durante la creación. Es en esta subtrama donde mejor se caracteriza al artista, tan exigente con su propia obra que es capaz de quemar sus dibujos.

No faltan tampoco en el texto aforismos de esos que luego a los cronistas nos gusta recopilar. Quizás el autor pusiera un interés especial en ello, el caso es que  el lector puede armarse con un lápiz blando e ir subrayando a lo largo del libro reflexiones como «Lo más difícil de hacer es lo que mejor conoces», «Es imposible pintar un retrato», «Es imposible reproducir lo que uno ve», «Mi gusto cada día es peor» o la tajante sentencia «Ya tengo suficientes problemas con el exterior para preocuparme del interior» refiriéndose a la representación de la naturaleza interior de las personas en sus retratos.

Su lectura nos revelará también parte del universo artístico de Giacometti, sus comentarios acerca de Cézanne, al que admira («Fue el mejor pintor del siglo XIX. Uno de los mejores de todos los tiempos»), de Matisse, Fouquet, Velázquez, Balthus, Rodin, Picasso (cuyos retratos odia), Van Gogh... Desvelará también su relación con críticos y marchantes, y con su familia: su mujer Annette y su hermano Diego quien a su vez fue artista y ayudó a Giacometti en sus esculturas, además de servir de modelo en muchas de ellas.

Un libro interesante para cualquiera que desee adentrarse en la psicología de este artista. Para los del gremio una cura de humildad en la valoración de su obra.

Por cierto, y con esto acabo, tenemos un retrato de Giacometti, muy similar al del libro, en el Museo Thyssen de Madrid, para quien guste...

 

 

 

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ref. Pub-04_18/12/05

ISBN: 0-8230-0303-5

 

The artist's complete guide to Figure Drawing.
A contemporary perspective on the classical Tradition
Anthony Ryder

Watson-Guptill Publications/New York,
2000

 

 

 

 

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Última actualización: 26/02/2006        
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